La gestión activa en fondos de inversión ha sufrido un pequeño lapso de interés en pro de los sistemas de indexación de gestión pasiva, más «seguros» y que permiten a los usuarios, muchas veces, acudir a las fuentes de inversión a través de índices, sin un especialista que los respalde.
Y esto, el invertir por gestión pasiva, por supuesto, está bien, pero también somos de la opinión de que la gestión activa es más eficaz (y en esto nos respaldan los números), sobre todo cuando se contemplan acciones a largo plazo.
Lo cierto es que en gestión activa los réditos son mayores ya que en parte se depende de la experiencia del gestor, que no es algo que uno, sin unos amplios conocimientos del sector, la evolución de los mercados y el comportamiento de la bolsa, pueda manejar alegremente: la figura del gestor es la que hace que la gestión activa cobre sentido y arroje los números que maneja.
Decantarse por una gestión pasiva es un paso que muchas veces implica no sacar todo el jugo y potencial a las herramientas disponibles, mientras que en la gestión activa, con la buena referencia de un gestor eficaz, puede aumentar nuestros beneficios y capear mejor los distintos momentos del mercado que un fondo indexado no puede llegar a manejar o incluso atascarse por falta de líquido, como en el caso de los mercados volátiles y el flash crash de agosto de 2016.
Es cierto que la situación de los mercados no premia especialmente la gestión activa, pero históricamente, se ha demostrado que los gestores activos de fondos se han desenvuelto mejor y obtenido mejores números que sus contrapartidas pasivas, como por ejemplo en los crisis de 2008-2009.
Por lo tanto, lo que recomendamos es una apuesta más por la estrategia, en lugar de centrarse en la táctica, como es la indexación, hacia una gestión activa que puede proporcionar mejores beneficios y adecuación al estado de los mercados sacando el máximo potencial a la inversión.